En el momento que llegue a la estación después de
un largo viaje de unas horas, me vino un escalofrío, lo único que no sabía si
era de alegría por volver a la ciudad donde nací, o me esperaba algo malo por
el camino.
Me baje del autobús, subí por las escaleras
mecánicas y a un paso no muy rápido fui a la puerta, y me lleve una sorpresa de
ver una cara conocida.
Como lo podía saber, sería que se lo habían
chivado o me habían visto, pensé en el momento que iba hacia mi madre Clarisa.
Cuando estaba a unos pocos centímetros de mí,
ella me entendió los brazos para darme un gran y sincero abrazo.
Luego comenzó ella diciendo:
- ¿Estas bien hijo?, no se te ve muy bien
aspecto.
- Pues la verdad que últimamente he dormido poco,
además de que por poco acabo muerto por los vampiros de Media Noche.
- Entonces vámonos a casa, te repones de tan
largo día y así por el camino me vas contando.
. . .
Cuando llegamos al cuartel me sentía feliz a la
vez que melancólico, de volver a lo que hace 3 años era mi hogar.
Era una sensación extraña, como si por dentro
supiera que era mi sitio y por el contrario no debería de irme por ningún motivo.
Pero por otro lado estaba Daniela, la persona que
más amo en este mundo, no veía el momento de volverla a ver.
Pero no me vendría nada mal un descanso y unos
días con la familia y después planear y llevármela conmigo.
Lucas - Mama debería descansar si puedo, para ya
sabes reponer fuerzas.
Clarisa - Si ve, te lo he dejado como tú lo
dejaste la última vez.
Me recorrí los diferentes pasillos como si fuera
ayer la última vez en cruzármelos.
Cuando llegue estaba tal cual estaba, como lo
deje hecho una leonera.
Cogí el pijama que lo tenía sobre la cama tirado,
me lo puse y me tumbe sin abrirla.
En ese momento me vinieron a la mente momentos
vividos en esa habitación, libremente salió de mi ojo unas cuantas lágrimas,
ver cómo iba pasando etapas de mi vida en mi cabeza, una tras otra
interrumpidamente me puso melancólico y al rato, pude cerrar los ojos, que se
me caían sin poder hacer nada por abrirlos.
Cuando pude abrirlos, a la mañana siguiente. . .
me vestí y salí al comedor común para desayunar, una
vez allí, vi que estaban todos reunidos, en cuanto entre por la puerta a todos
se les transformo en una gran sonrisa al verme aparecer, así que tan rápido
entre me vinieron a abrazar y decir que me había echado mucho de menos, cuando
pude, cogí algo que había preparado mi madre y me senté a su lado.
Continuara . . .
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